Un pequeño aviso que no deberia tomarse en cuenta

Miren, con este blog no busco tener demasiadas visitas, motivo por el cual escribire lo que me salga de las narices; si en algún momento falto al respeto a algo que respetes ni modo, no es mi intención primordial hacerlo, sino el de ejercer mi derecho a la libre expresión.

También espero que si lo visitas y estas leyendo esto tengas en mente que pondré cosas que algunos encuentres de mal gusto.
Sabiendo esto, sabrás si sigues aqui o no.

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sábado, 17 de septiembre de 2011

VIDA, vida humana y ALMA

Vida no equivale a "vida humana". Tambièn Los mosquitos, los piojos y los tàbanos son seres vivientes. Pero los matamos tranquilamente y nadie cree que estè mal o sea pecado. En cambio, la vida humana es inviolable y sagrada. ¿Por què? ¡Cuàl es la diferencia?
La filosofìa -que es nuestro mejor saber acerca de las cosas humanas- responde que la vida humana es distinta de la animal porque el hombre es un ser capaz de reflexionar sobre si mismo, y por lo tanto dotado de autoconciencia. El animal no sabe que tiene que morir; el hombre sì. El animal sufre sòlo fìsicamente; el hombre sufre tambièn psicològicamente e incluso espiritualmente. De esta manera, el hombre no es distinto del animal hasta que llega a ser consciente de sì mismo y se convierte en un "animal pensante". El niño recién nacido todavìa no lo es. Si muere al nacer, no ha sido consciente de su muerte y no sufre "mentalmente" su propia muerte màs que cualquier animal. Digamos que la vida humana empieza ha ser radicalmente distinta cuando el niño empieza a "darse cuenta". Y no por cierto cuando está aún en el útero de la madre.
Por supuesto que esta es una respuesta laica y no vincula a la Iglesia. La Iglesia -estamos ya acustumbrados a decirlo- se apoya en la fe, no en la ciencia. Pero es importante recordar que antìtesis de la fe y ciencia es relativamente reciente, que data no hace más de cuatro siglos. Antes la Iglesia soló era impugnada en su hegemonìa por la filosofía, y el filòsofo no podìa discutir mucho si quería evitar una condena por herejìa, y no acabar como Galileo. Después de Galileo la Iglesia ya no pudo imponer una cosmología (la ptolemaica) que hacìa girar al universo en torno a la Tierra ni sostenre que Dios está en los cielos explorados por los astrónomos. De 1600 en adelante la Iglesia està cada vez más delimitada por la ciencia. Este retroceso eclesiástico permite incluso que una parte del hombre, su cuerpo, se deje al cuidado de la medicina y la bilogìa. A la Iglesia le quede, sin embargo, lo incorpóreo: el alma.
Los argumentos de la ciencia están sometidos a las reglas de la lógica. y para la lógica yo mato exactamente lo que mato. No puedo matar un fruto, algo que todavía no existe, algo que vendrá. Si mato un renacuajo, mato un renacuajo y no a una rana. Si el renacuajo se come a una larva de mosquito, mata a una larva, no a un mosquito. S i me como un huevo de gallina, no mato a una gallina. Y así sucesivamente. Por lo tanto no tiene sentido sostener que la interrupción de un embarazo implica asesinar a un ser humano.
Además, una cosa es prevenir el embarazo y otra interrumpirlo, hasta el punto en que ambas mantienen relación inversa entre sí: cuanto más consiga prevenir el embarazo, tanto menos se deberá recurrir a la interrupción. Admitamos que, por razones de principios, el aborto nos repugna. Pero la contracepción no es aborto, sino que la previene y borra ex ante. Bloquear la fertilidad resuelve el problema antes que aparezca. Por tanto, la Iglesia no se puede oponer a los contraceptivos (incluyendo la llamada "pìldora del dìa después", que impide el arraigo del óvulo fecundado en el útero) con el argumento que se comete un asesinato. Entonces ¿en nombre de qué, con qué otro argumento? La impresiòn es que la Iglesia hace una montaña de un grano de arena.
Se comprende que la Iglesia pueda convencer al sabio cátolico creyente y practicante para que escriba sus tesis. Pero quien las suscriba lo hará  como hombre de fe, no como hombre de ciencia. Si firma como"profesor", el suyo es un falso testimonio y abuso de credenciales. La Iglesia también puede convencer al jurista católico para que declere que el feto es persona y que por tanto debe ser protegido por el derecho como se protege a la persona. Lo que equivale a sostener que la interrupción del embarazo es un delito penal. Pero también aquí el jurista habla como creyente, no como jurista.

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